Jessica R. RenterÃa
Preguntaste si aún sentÃa algo por ti; si, aunque fuese un poco, removÃas alguna de mis fibras sensibles. Vaya pregunta tan estúpida como era odiosa. Siempre serás relevante para mÃ, y lo sabes bien. RegocÃjate, pues, en tu ego y alardea que estás presente, asà pasen años y cantidades de corazones más, siempre serás relevante. Sin importar el daño, sin importar el dolor. El cúmulo de emociones hacia ti no hizo más que maximizar el impacto que has tenido sobre mÃ.
Porque el primero siempre deja un surco dentro del cual los subsecuentes pretenden amoldarse, pero nunca ajustan, ya sea el surco les queda corto, o muy grande. El punto es, que cualquiera que sea su forma, no eres tú; y aunque tu forma no es perfecta, fue la primera en acoplarse a mÃ, y cualquier forma que quisiera entrar en mÃ, aunque fuese perfecta, jamás amoldarÃa.
Sin embargo, lo que yo no lograba entender es que el surco que dejaste tú no pretendÃa ser un hueco que esperaba ser llenado, sino el arado de una tierra preparada a recibir la semilla de otro amor. Uno que sà me hiciera florecer. Uno que aún no llega.
Tu partida solo me preparó para otras llegadas. Fuiste el abono que estimula el crecimiento de la cosecha. Asà es, fuiste mierda, pero hasta la mierda es parte del proceso de una bella flor.